A comienzo del siglo XX, los cetáceos del Estrecho de Gibraltar] no se usaban como reclamo turístico como actualmente. En cambio, eran perseguidos y cazados para su aprovechamiento comercial e industrial.
La carne de ballena era vendida, y era tanta la cantidad de carne obtenida que, algunas veces, se repartía gratuitamente en el Campo de Gibraltar. La grasa se fundía para obtener aceite como combustible e iluminación, también servía para la fabricación de margarinas, jabones, velas y pinturas; con las vísceras y huesos, se fabricaban piensos y abonos; y con las barbas, varillas de paraguas, corsés o bastones; incluso sus excrementos se usaban para teñir las velas de los antiguos navíos. Los cachalotes eran muy valiosos por poseer una cera blanquecina, espermaceti, que se utilizaba para diversos productos cosméticos y farmacéuticos.
Toda esta industria ballenera se desarrolló en la zona en dos períodos, el primero desde el año de su fundación 1920 hasta el 1927 y el otro en la década de los cincuenta hasta el 1963, año en la que fue clausurada. Las instalaciones balleneras estaban situadas en la ensenada de Getares y hoy, todavía, podemos ver sus restos.
En la actualidad, la captura de ballenas con finalidad comercial está prohibida; por lo que, las únicas capturas de cetáceos que se producen en [n el Estrecho] se realizan con las cámaras de fotos de los turistas, en los barcos de avistamiento que operan en la zona.